sábado, 12 de agosto de 2017

1994. Me lo contó un carrocero (Anécdotas Comercio 1)

1994. "Nuestro galpón estaba ubicado por Salto Uruguayo y una cortadita que no recuerdo el nombre, bien al fondo, mas bien que cerca del Río Uruguay. Bajaba del cole línea 2 y me caminaba varias cuadras hacia el este. Ese fue nuestro centro de aventuras carroceras a mediados del 94.

Pero la historia arranca unos meses atrás, con la elección del tema para la carroza. Fuimos a concurso entre los todos los cuartos. Lo ganamos nosotros, los 5to 4ta. Teníamos "lo mejor" de la Comercio, como no ganarlo: abanderado, escoltas, mejor compañero, y varias travesuras en el haber, un inodoro del baño de la escuela roto a petardos por ejemplo, un curso de aquellos.

Pero vamos a concentrarnos en una de las tantas anécdotas del querido globo aerostático y los viajes al lugar del desfile. Toda una epopeya. Lo levantábamos atándolo con lo que teníamos, hasta nuestros propios cintos, a la grúa que nos facilitaba la Cooperativa Eléctrica... esa que usan para arreglar las luminarias de la calle.

En cada desfile lo llevábamos hasta calle San Luis y Teniente Ibañez, lo encastrábamos en la carroza, desfilábamos, y actuábamos y al finalizar el mismo, lo desarmábamos y lo llevábamos al galpón... toditos los desfiles. Y claro que valió la pena, si teníamos con qué para ganar el primer premio.
Todo esto ocurría con total normalidad, si ese día no había nubes. Pero un día comenzó a llover en pleno desfile. Ahí te quería ver.
Y se largó a llover nomás. No había mucho tiempo para desencastrar el globo, no quedaba otra que llevarla armada y al galope hacia el galpón. Y pasó lo que sabíamos que pasaría. El armazón metálico del globo tocó unos cables de energía. Un sin número de chispas caían por los cuatro costados. En la carroza no quedó ni la reina".

A esta altura el lector pensará: y vino la policía, alertada por algún vecino, los medios, y los vecinos curiosos a ver el incidente. No, no pasó a mayores, fue solamente el susto. El ángel carrocero que protege al estudiante se hizo presente una vez mas.

Y si, ésta es una de las tantas anécdotas que ocurren año tras año y que los mayores disfrutamos contándolas en nuestras reuniones con los del secundario.  A mí me la contó, otro de los tantos carroceros nostálgicos que habitamos la ciudad. Animate a colaborar con la tuya.

Historia y foto: Marcelo Tsiorlani (prom.94 Comercio)

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